Cada día 36 personas mueren en el país producto del consumo problemático de alcohol. Así de dramáticas son las cifras que arrojó un estudio encargado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) que realizó el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica.

El análisis estimó el costo del impacto del consumo de alcohol en el país y que el gasto para el Estado, atribuible al alcohol, fue de US$ 2.238 millones durante 2017.

Casi la mitad de ese costo tiene que ver con las 13.260 muertes atribuibles al consumo de alcohol en un año. Esto corresponde al 13% de todas las muertes ocurridas en el país anualmente.

Para dimensionar el impacto en salud se estudiaron 40 patologías para las cuales existe consenso internacional de una asociación entre consumo de alcohol y daño a la salud y se concluyó que el gasto en esta área alcanza los US$ 673 millones.

Las enfermedades con mayor impacto económico en Chile, asociadas al consumo excesivo de bebidas alcohólicas, son los males cardiovasculares, lesiones no intencionales y enfermedades digestivas. Esto, sacando aquellas personas que tienen este tipo de patologías por otras causas, por ejemplo, una persona hipertensa con problemas cardiovasculares.

Además del gasto en salud, el alcohol genera impacto en otras áreas como en crímenes y violencia y ausentismo y producción laboral. Paula Margozzini, investigadora a cargo del estudio afirma que “es impactante que el costo de los daños que genera el consumo de alcohol puede ser hasta ocho veces superior al impuesto específico recaudado por el fisco en esta materia”, según lo publicado hoy en el área de Economía y Negocios de El Mercurio.

Carlos Charme, director del Senda, afirma que “la situación del consumo de alcohol en Chile es un problema grave. Sobre todo si consideramos lo que nos muestran nuestros estudios de Población General y Población Escolar: entre los adultos, un 46% declara haber consumido alcohol en el último mes; de ellos, el 51% dice haberse embriagado”, según consigna El Mercurio.

Según Margozzini, la medida más efectiva para reducir la ingesta de alcohol es subir el precio, ya sea fijando un valor mínimo o a través de más impuestos; la regulación de la publicidad, por ejemplo en eventos deportivos, y reducir su disponibilidad, con horarios limitados o menos lugares de venta. Estas son “políticas de gran costo-efectividad”.