Es un concepto que aparece de vez en cuando en películas, letras de canciones y en libros.
Hasta puede que el concepto haya salido en alguna conversación natural con algún amigo, familiar o persona x.
Hablamos del estereotipo de “la solterona”, que comúnmente se expresa para hacer referencia a aquella mujer de mediana edad, que ha estado por mucho tiempo sin pareja ni relaciones sexuales.
La mayoría de las veces se asocian a conceptos o características negativas, como que es malhumorada, infeliz, fría, solitaria y de aspecto físico poco agraciado.
Aunque parece ser un concepto negativo a simple vista, en ocasiones es utilizado para estigmatizar y denostar a esas mujeres adultas que por razones personales llevan un vida ajena de compañía amorosa. O también para aquellas mujeres quienes disfrutan de la soltería y no es opción contraer matrimonio.
¿Cómo nace este estereotipo?
La primera aparición de la solterona, está en el trabajo del novelista francés Honoré de Balzac, quien incluso tiene una novela del mismo nombre.
El dramaturgo mostraba una profunda aversión hacia el celibato, pues él creía que era lo “contrario a la sociedad”.
Si bien el rechazo hacia el celibato no fue algo nuevo en aquella época ni creado por Balzac, en realidad fue quien comenzó a darle espacio a la figura “la solterona” en los personajes de sus libros.
En la novela La solterona, por ejemplo, Balzac ridiculizaba a una mujer incapaz de contraer matrimonio. Mientras que en otras obras como El cura de Tours y Pierrete, el autor presenta a dos mujeres solteras que encajan en los estereotipos históricos: amargas y poco atractivas, que buscan perjudicar a otros.
De forma directa, criticaba la elección de no ser madres por parte de esas mujeres, algo que se consideraba antinatural en esa época.
Al mismo tiempo, las retrata como incapaces de sentir amor por sus parejas y sus familiares, llegando al punto en que algunos de sus personajes femeninos parecían dispuestos a perjudicar a sus propios familiares para alcanzar sus metas.
De esta manera, el autor francés insinuaba a sus lectores que una mujer soltera era considerada manipuladora, casi maquiavélica, ya que representaba una amenaza significativa para la unidad familiar.
Pero eso no es todo. Según la visión de Belliard, el escritor también sugería que la soltería en una mujer podía despojarla de su feminidad, otorgándole rasgos más andróginos.